ERIKA FATLAND y su fijación por culturas bajo la influencia rusa

La primera vez que me topé con material de Erika Fatland fue en octubre del año 2021, visitando una de mis librerías fetiches en Barcelona. Entrando por la puerta de Ataïr, me di de bruces con la sección de novedades. Entre ellas se encontraba el libro de Sovietistán.
Aquel mismo verano había visitado Uzbekistán y la posibilidad de retornar de nuevo a Asia Central, aunque sea mediante palabras, me atrajo.
Sovietistán (2014) es el primer ensayo con el que Erika Fatland se adentra en el género de viaje. En ella, narra sus periplos durante un viaje de cinco meses por las cinco antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central: Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán. Su estilo, sencillo y directo, entremezcla historias personales y de terceros con hechos históricos del propio país. Esta obra le permitió ganar, en el 2015, el Premio a la mejor obra de no ficción que otorgan los libreros noruegos.
En la obra, muestra historias cotidianas en boca de aquellas personas con las que se cruza en su periplo. Ponen sobre el tapiz los choques étnicos y culturales y los retos sociales a los que se enfrentan las jóvenes repúblicas de Asia Central, Cuyas voces encaran el futuro de su nación entre dirigentes de carácter absolutistas y corruptos, ciudades megalómanas y zonas rurales que ni tan siquiera los soviéticos fueron capaces de llegar.
Erika Fatland nació en Noruega en 1983 y se formó como antropóloga social. Pese a que se considera Sovietistán como la primera novela de viajes, la noruega comenzó su carrera literaria con una obra infantil llamada Foreldrekrigen (Guerra de crianza) en el año 2009.
Enseguida viró a la no ficción con las obras Englebyen (El pueblo de los ángeles) en el 2011, donde narra la masacre de la escuela de Beslán (Osetia del Norte, Rusia) cometida por un grupo de treinta extremistas islamistas el 1 de septiembre del 2004 y Året uten sommer (El año sin verano) en el 2012, un ensayo sobre la explosión de un artefacto en Oslo contra el primer ministro y el tiroteo posterior de la isla de Utoya.
En su segunda obra, La frontera (2017), la autora noruega se adentra en un viaje alrededor de la frontera del país más grande del mundo. Durante su periplo, su objetivo es estudiar de qué forma Rusia influye en sus vecinos, sobre todo en las zonas fronterizas. Una obra que supone el culmen de nueve meses de viaje alrededor de cada una de las fronteras, comenzando en la ciudad rusa de Murmansk, por encima del círculo polar ártico y cercana a la frontera noruega. Allí realiza un trayecto de tres semanas en barco y recorre los mares del norte de Siberia hasta llegar a la ciudad de Anádir, ya en el océano Pacífico, y termina en su Noruega natal, el confín más septentrional de la frontera ruso-noruega. Durante sus andanzas, visitará países fronterizos como Corea del Norte, Kazajistán y Georgia.
En su narrativa, como cronista de viaje, te hace partícipe de sus pensamientos, de sus interacciones, y no duda en ningún momento en retratar la sociedad en la que se encuentra, incluso cuando hay una ruptura social. Un ejemplo se puede palpar en La frontera, cuando se adentra en la región del Dombás y establece contactos y conversaciones con los habitantes de la zona en conflicto, tanto del bando ucraniano y del ruso, como de las regiones autónomas de Abjasia y Osetia del Sur, en Rusia.
En noviembre salió a la luz su última obra del género de viajes, de nombre Himalaya, un viaje a través de Pakistán, India, Bután, Nepal y China. En ella nos lleva a las alturas vertiginosas del legendario Himalaya, la vasta cordillera que serpentea a través de cinco países en los que el islam, el budismo y el hinduismo se mezclan con ancestrales creencias chamánicas en donde innumerables lenguas y culturas muy distintas entre sí cohabitan en los recónditos valles del llamado techo del mundo.
La literatura de viajes es compleja, pues es un género específico que apenas toma elementos de ficción, sino que más bien mezcla ensayo histórico y periodístico. No es baladí, ya que la mayoría de los autores más célebres ejercían o ejercen el periodismo, como por ejemplo, Rizchard Kapuscinski, o en caso de autores nacionales, Xavier Aldekoa y Javier Reverte.
Y es que Erika no oculta su interés histórico de cada nación a la que visita, utilizando historias cotidianas para dar pie a un análisis de hitos o hechos históricos en la nación o región pertinente que visite. Desde la relación finesa en la Segunda Guerra Mundial con la Alemania de Hitler para intentar tener apoyo en los tres diferentes conflictos que tuvieron lugar con Rusia a finales de los años treinta y principios de los cuarenta, hasta la descripción de la sociedad norcoreana.
Cada historia que cuenta, cada persona que aparece en su libros, son conductores del tema principal de sus obras: el desarrollo social y las costumbres que definen, hoy en día, las comunidades que han interactuado con el imperio ruso.

©Gaueko Mateo

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