Los renglones torcidos de Dios

El pasado octubre se estrenó en los cines la película Los renglones torcidos de Dios y desde diciembre se puede ver en plataformas digitales. Basada en la novela homónima de Torcuato Luca de Tena, ha recibido numerosas críticas por parte de la prensa relacionadas con errores de ambientación, extensión innecesaria y confusos giros de guion. Como puntos positivos, aplauden la interpretación de los actores y el buen tratamiento de la intriga.
Para entender las diferentes opiniones entre personas que han leído el libro antes de ver la película, o no lo han hecho, basta con comparar la trama en ambos formatos y aproximarse al contexto en el que se escribió la novela.
La película, dirigida por Oriol Paulo, nos presenta a Alice (Bárbara Lennie), una detective privada, inteligente y aparentemente normal, que ingresa de forma voluntaria en un hospital psiquiátrico fingiendo paranoia. Su intención es investigar el misterioso asesinato de uno de los internos. Conforme pasan los días, conoce el centro, se relaciona con médicos y pacientes y, tras desarrollarse delirantes acontecimientos se genera una dicotomía en los profesionales (y en el espectador) sobre su cordura y más aún cuando la carta de su médico particular cita una razón distinta para su encierro: la obsesión paranoica con matar a su marido (David Selvas).
La novela fue escrita por Torcuato Luca de Tena y Brunet. Nació en Madrid en 1923 y falleció en 1999 en la misma ciudad. Fue escritor, periodista, político y ensayista. Fue Premio Nacional de Literatura, Premio Fastenrath de la Real Academia Española, Premio de la Sociedad Cervantina de Novela y Premio Planeta.
Para escribir Los renglones torcidos de Dios (1979, Barcelona, Planeta), el autor se internó en un hospital psiquiátrico para conocer el centro, las prácticas, y así hacer un retrato más fiel de los pacientes. Como resultado, es una novela con unas descripciones muy minuciosas de los espacios y de cada uno de los personajes. Al lector no le queda del todo claro quién es el protagonista o el villano mientras disfruta de largas conversaciones intelectuales y diálogos ingeniosos.
A nivel personal, mi duda respecto a Alice cuando leía el libro era «¿Está loca o se lo hace?», mientras que cuando vi la película fue «¿Se hace la loca, o lo está?», y esa es quizás la diferencia de planteamiento en la narración.
En pocas palabras, y de manera superficial, la paranoia que dice tener Alice se define como un patrón de pensamiento que conduce a la desconfianza y a las creencias irracionales hacia las personas. ¿No es ese el efecto que produce la película en el espectador? Los problemas psicológicos son un tema complejo de representar en literatura y en el arte en general y el género thriller es una buena propuesta para abordarlos: hace desconfiar a los espectadores, los vuelve «locos» y, en cierta medida, los sensibiliza con la crudeza de las escenas. Esta cuestión me lleva a comentar el título de la obra que es lo que marca otro tema: ¿cuáles son los renglones torcidos de Dios?
En la Biblia, los mandamientos, considerados como «lo correcto», fueron escritos en renglones. Con lo cual, todo lo que se salga de lo correcto, sea imperfecto o defectuoso, debe ser corregido, eliminado o condenado al aislamiento. La novela y la película ilustran por igual la idea del manicomio como lugar de aislamiento para las personas de condiciones mentales «defectuosas» y de los médicos como los encargados de «corregir» esos defectos.
Visto así, y sin destripar mucho más, considero que la adaptación de la obra es bastante notable y recomendaría ver la película, leer el libro, o ambas cosas, con mente abierta y ganas de disfrutar.

©Cristina Ocete

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