UNA TRAMPA AZUL
Al vivir rodeado de cerros y edificios grises, el mar se convierte en una trampa mortal. Es imposible escapar de su vehemencia cuando te lleva a su antojo.
Igual que las etapas del duelo, enfrentar el mar por primera vez es una experiencia abrumadora. Primero, te niegas a entrar por temor a su inmensidad. Luego, el enfado se apodera de tí porque el viento se convirtió en un aliado del mar, incluso su fuerza parece decir: «moveré las fichas cuando se me dé la gana». Después, intentas negociar con una plegaria mientras mueves las piernas de forma constante, en un intento por mantener tu vida a flote.
Una vez que todo ha pasado, la aceptación se encuentra fuera de tu alcance porque los peces te atacan con besos eléctricos y entonces debes elegir: pelear o huir.
Tal vez elija ambas, ninguna o una de las dos opciones.
Prueba con dejarte llevar, jeje…
Supongo que por inconsciencia, pero en mis recuerdos no aparece nunca el mar como enemigo, y eso que me llevaba buenos revolcones con las olas.
Es un buen tema para escribir: ¿cómo nos enfrentamos al mar..?
(… y cómo nos enfrentábamos…, y cómo nos enfrentaremos…)
Hola Enric, yo provengo de Bogotá (Colombia) una ciudad rodeada de sabanas, humedales y cerros. Dicho lugar carece de playas y por lo tanto, conocer el mar es una experiencia interesante y aterradora.
Cierto. Y entiendo el miedo a lo desconocido.
Pero un viejo conocido, marino, me dijo una vez: «… piensa que el mar, en sí mismo, no tiene intención de hacerte nada malo. Deberíamos preocuparnos más por cómo nos enfrentamos a él. Eso es lo que te dará problemas. No le tengas miedo, solo respeto. Personalmente me dan más miedo las personas…».
Y además es bonito…