Remiendo
Fue ella.Cuando más creí ser yo quién estaba cuidándola, fue ella la que me salvó. Cual hábil costurera, primero atacó dando grandes puntadas a mi corazón roto, para después hilvanar suavemente y rematar las cicatrices con hábiles pespuntes. Ni siquiera recuerdo en qué momento se me ocurrió la locura de apuntarme al grupo de espeleo….